Sus collares de colores eran
lo único que poseía, los hacia desde
niña ensartándolos con hilos de pesca. Caracolitos paraparas peonias y
lagrimas de San Pedro, también algunas
cuentas de cristal encontradas en la basura. La gente al pasar se apartaba de
aquella mujer desarreglada y distraída que hacia collares y cantaba aguinaldos
en agosto. A obdulia no le importaban las gentes, al mediodía se comía los
mangos de la plaza y dormía en un banco hasta las cuatro Por las tardes en la playa, Obdulia escribía poemas en la
arena que hablaban de un amor que tuvo en sueños. El día que murió ahogada en el mar, se supo en el
pueblo que Obdulia era el único habitante
de piedra blanca que había llegado al cielo .Ese día llovieron peonias y paraparas y el suelo se cubrió de rojo y negro.
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