En el verano
De los pechos de Conchita fluía la leche con abundancia ,luego de amamantar a su carricito que se llamaba Antonino debajo de una mata de taparas casi seca.El sol era inclemente.
Tenia que botar el exceso de leche porque si no lo hacia, los pechos se le hinchaban y le dolían mucho.Como todo muchacho me hacia preguntas y veía con curiosidad no muy inocente aquellas dos enormes redondeces, era un espectáculo hermoso como caía la leche en la tierra seca y como las hormigas corrían a disfrutar de aquel banquete.
El verano ese año fue muy fuerte y el maíz se perdió en los conucos ,se murieron las cabras ,el rió se convirtió en un hilo flaco rodeado de piedras grises ,se secaron los arboles y los pájaros se fueron a otras tierras.
Pero en el lugar donde caía la leche de Conchita, los brotes de nuevos taparos surgieron de la tierra ocre ,se abrieron paso entre las piedras crecieron verdes y tan fuertes como Antonino .
Hoy Antonino es un hombre de cincuenta años que aun puede tumbar al suelo un novillo de cuarenta arrobas ,los taparos sus hermanos de leche, llenan de sombra y pájaros las tardes del caserío.
En sus ramas silenciosas las taparas redondas y con pezones , iguales a senos de mujer parida esperan que alguien pase y se las lleve como recuerdo.Se las piden a este viejo arrugado y tatareto que sentado a la sombra de los taparos vio cuando muchacho, como paso el milagro que nació de los pechos de Conchita en el verano .
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